Decía una amiga a propósito de la búsqueda de alguien especial en una web de contactos mas bien carnales: “Puede resultar absurdo buscar en una página de sexo, a un candidato con el que una vez encontrado, lo que menos importa es una hipotética relación física con él. Pero es así. Yo busco en un sitio donde abunda 'la pesca'....
Esto me hizo sentir como lo que realmente somos: peces en el estanque donde las mujeres pescan. Este estanque, materializado ahora en forma de redes sociales y páginas de contactos, antes en formas algo más arcaicas o menos tecnológicas, pero idénticas en propósito. Peces con mas o menos colorido. Con mas o menos consciencia de su irremediable destino. Con mas o menos fortuna para saber atraer al pescador adecuado o al preferido. Peces, al fin y al cabo, con la absurda y triste pretensión de que su colorido, graciosos movimientos o suculento tamaño podrán influir en su destino sin reparar en que, muy probablemente, la perspectiva desde la superficie impida percibir estos detalles: ya que la reflexión de la luz hace la superficie opaca a los pescadores.