
De verdad que he luchado con pasión y fuerzas. He puesto todo mi ser en ello. Me he negado contra
viento y marea a no dejar fluir mi corazón con libertad, sin marcarle ritmo ni objetivos, dejando que él sienta sin ataduras. Pero algo no está encajando en este puzzle...
Imagina que tomas una opción. Que crees firmemente en esa opción y cierras puertas y ventanas. Te expones siendo honesto con aquellas a las que diste alguna esperanza, con el riesgo de parecer imbécil (que lo pareces, no te engañes), pero crees que es lo correcto y así lo haces. Y ves que todo fluye. Pasas la mañana intercambiando mensajes enternecedores en tus pausas laborales... Y todo es perfecto hasta que de repente, sin mediar palabra, te encuentras con que todo se ha acabado. Si, así es. No se trata de que hayas dicho o hayas hecho, porque no has pronunciado palabra, sino de un fantasma del pasado, de unos días atrás, un malentendido, quizás una torpeza, que aparece de repente y todo se desmorona. Pero lo hace de forma convulsiva. En un instante el amor se torna en odio, en rencor. Se mezclan sentimientos como un torbellino que pasa a tu lado mientras no das crédito a lo que ven tus ojos e, inmediatamente después, la calma. Todo se ha esfumado. Ya no hay nada. Y la que se supone era tu proyecto de futuro decide acabar en otros brazos conocidos. ¡Así, para aliviar las penas! Y tu te quedas con un palmo de narices. ¡En sólo un instante compuesto y sin novia! De todo se aprende en esta vida, así que tendrás que buscar una enseñanza... pero tendrá que ser cuando se esfume tu perplejidad.
No puede ser. Algo estás haciendo mal. O vas muy rápido, o sientes demasiado y no resulta verosímil, o no sientes lo suficiente y no me siento deseada... ¡Te van a volver loco!
Definitivamente no consigo entender a las mujeres. Así que tiro la toalla, cuelgo los guantes indefinidamente.
Estoy cansado, muy cansado. Mi esqueleto emocional ha perdido toda su estructura ósea. Ya ni siquiera es cartílago sino víscera. Ya mi corazón no aguanta más emociones, ni mi razón más justificaciones. Necesito un descanso. Un largo descanso.
No llaméis a mi puerta. No estoy para nadie.