Mi Ego Parlante

Soledad

Soledad

Hoy es uno de esos días en los que te sientes profundamente sólo. Y da igual que estés rodeado de gente, incluso de gente que te aprecia y quieres y a la que aprecias y hasta quieres. Es igual. No puedes apartar de ti esa inmensa soledad. Un montón de mesas vacías. Quizás algo tarde para comer. Dos camareras aburridas me atienden con displicencia:
 
  • ¿Puedo tomar algo o es muy tarde?
Una de ellas mira el reloj con desgana y responde afirmativamente moviendo la cabeza.
  • Bueno, ¡Ya está! tema de la comida, ¡resuelto!, pienso.
Y aquí estoy yo. Sólo. Frente a un salmorejo y una ensalada de pollo. Reflexionando sobre la soledad. Una balada suena en los auriculares de mi iPod. Hace un minuto me sentía profundamente sólo pero ahora no. ¿Por qué? Quizás sea porque te estoy escribiendo a ti, anónimo lector. Aunque no existirás para mi hasta que este texto se refleje en tu retina.
¿Puede que me acompañe pensarte? Quizás sea pensar que tu cuando me leas, me pensarás.
Es curioso esto de la soledad. Te atrapa en cualquier momento. Ta atrapa a traición o premeditadamente. No respeta momentos ni situaciones. Lo mismo puedes estar rodeado de una multitud que sólo en lo cima de una montaña.
Hay que distinguir en la soledad, al menos, dos dimensiones: la física (estoy solo) y la emocional (me siento solo). Curiosamente son plausibles todas las combinaciones posibles, aunque preferimos habitualmente unas a otras. Todos podemos querer quedarnos solos en algún momento, pero son pocos (masoquistas, melancólicos y sujetos sumidos en otras patologías) los que desearían sentirse solos.

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Sobre este Blog

Más de 13 años de pensamientos y reflexiones (la mayoría propias y algunas ajenas), expresados desde la más cruda inconsciencia del ego con el que siempre he estado, lamentablemente, muy identificado.