Cuaderno de bitácora.
20 de agosto de 2010.
00:00 hora estelar.
Por fin duermen mis dos alienigenas preferidos, no sin antes haber puesto a prueba la resistencia humana conmigo. Relataré lo acontecido de fin a principio, así me permitiré acabar a mi relato cuando mi agotamiento me venza, sin que por ello dejéis de conocer el fin de la historia.
00:00h. La curiosa costumbre humana de apagar las luces de las terrazas de los hoteles al dar la medianoche, me ha dejado a oscuras, asi que para evitar construir mi relato sobre un solo renglón, me he tenido que acomodar en la bañera, único lugar que he encontrado apropiado para poder escribir estas líneas, sin riesgo de despertar a mis queridos alienígenas. Para mi sorpresa he descubierto que el baño es un sitio inesperadamente cómodo para escribir y para reflexionar. Bueno, esto ultimo, y a riesgo de resultar escatológico, lo confieso, ya lo había descubierto hace años.
23:50h. He tenido que explicar a mis queridos alienigenas que la mejor forma de dormir es en estado de relax y posición horizontal, pese a que les resultaba complicado entender por qué emplear un método tan aburrido. En su planeta es costumbre saltar escandalosamente sobre la cama hasta que, aproximadamente en el salto numero un millón, el agotamiento da paso al sueño y la caída resultante se produce de manera horizontal, dando lugar a un reparador descanso allí donde las leyes de la física hayan determinado el lugar apropiado para el "alunizaje".
23:45h. Mis queridos alienígenas no entienden por qué tres humanos entrando en una habitación deben hacerlo a la vez, pudiendo disfrutar de entrar tres veces, máxime cuando la entrada se produce a través de una divertidísima puerta electrónica de apertura por tarjeta. Pero no solo no lo entienden sino que les molesta profundamente que no se haga así, de modo que, por evitar males mayores (i.e. ser lanzado por la ventana por algún vecino), hemos tenido que entrar y salir tres veces de la habitación, para acabar los tres en su interior. Que me perdone el mando estelar, pero no comprendo el método.
23:30h. Acaba un espectáculo de rock&roll acrobático en la terraza de la nave. Voy a ser honesto: los chicos, pertenecientes a una academia de baile de una galaxia próxima y cuyo principal objetivo era recaudar fondos para financiar su participación en campeonatos nacionales e internacionales, lo hicieron bien. También he de reconocer el buen hacer de la presentadora del espectáculo, también bailarina y miembro de la academia, que consiguió meterse en el bolsillo a un centenar de adultos poco colaborativos y excépticos, que acabaron integrándose en un espectáculo bastante ameno. Hasta aquí bien, pero heme aquí sentado en primera fila con un alienígena de 3 años, cuya naturaleza extra-terráquea le impedía mantenerse en una misma posición durante mas de 60 segundos consecutivos y no solo eso, sino que no solo no entendía el fundamento del aplauso humano y decidía, como por otro lado es perfectamente licito ocupar sus manos en otros menesteres, sino que le molestaba profundamente que yo lo hiciera. Lo cual me mantuvo durante una hora en una lucha constante: yo intentando aplaudir y el intercalando sus manos entre las mías. Y todo esto podría haber sido anecdótico si no fuera porque mi otro adorado alienígena (este de 5 años), que por otro lado tampoco se caracterizaba por ser extremadamente conversador, decidiera unilateralmente, que durante aquel espectáculo era el momento adecuado para cuestionar todo lo divino y lo humano. Así que, con independencia del momento del espectáculo, a gritos cuando el ruido no permitía otro modo de comunicación y a gritos de igual modo cuando el silencio si lo permitía, mi querido alienígena se dedico cada minuto de su tiempo a cuestionar todo lo que veía, interrogarme sobre sus porqués e increparme insistentemente sobre lo que ocurriría un minuto mas tarde. Y no es solo que yo no sea adivino, sino que el tiempo que me tomaba armarme de paciencia y de argumentos, era el necesario para que el futuro cuestionado se tornase en presente, con lo que mis explicaciones, templadamente argumentadas, cobrasen, de repente, un nulo interés para él.
Y pese a que el día daba para mucho mas (ya que solo me he quedado en unas horas de la noche) mi relato debe acabar en este momento. Y no porque haya descubierto que la bañera, en un principio confortable y tras un tiempo rechazada por mi anatomía, de natural blando, sino porque he agotado los reversos de las cuartillas de dibujo de mis queridos alienígenas, único material disponible mientras la electricidad alimentaba las baterías de mi iPad. Así que, ante mi negativa a volver a lo escatológico y tener que terminar mi relato sobre papel higiénico (difícil tarea para quien lo haya intentado), pongo fin a mi relato en este ínfimo espacio de mi ultima cuartilla (en el anverso Buzz Lightyear, para estar a tono con el texto)
Buenas noches amigos. Que descanséis, aunque nunca lo haréis más que yo... Zzzzzzzzz
-- Desde Mi iPad
23:50h. He tenido que explicar a mis queridos alienigenas que la mejor forma de dormir es en estado de relax y posición horizontal, pese a que les resultaba complicado entender por qué emplear un método tan aburrido. En su planeta es costumbre saltar escandalosamente sobre la cama hasta que, aproximadamente en el salto numero un millón, el agotamiento da paso al sueño y la caída resultante se produce de manera horizontal, dando lugar a un reparador descanso allí donde las leyes de la física hayan determinado el lugar apropiado para el "alunizaje".
23:45h. Mis queridos alienígenas no entienden por qué tres humanos entrando en una habitación deben hacerlo a la vez, pudiendo disfrutar de entrar tres veces, máxime cuando la entrada se produce a través de una divertidísima puerta electrónica de apertura por tarjeta. Pero no solo no lo entienden sino que les molesta profundamente que no se haga así, de modo que, por evitar males mayores (i.e. ser lanzado por la ventana por algún vecino), hemos tenido que entrar y salir tres veces de la habitación, para acabar los tres en su interior. Que me perdone el mando estelar, pero no comprendo el método.
23:30h. Acaba un espectáculo de rock&roll acrobático en la terraza de la nave. Voy a ser honesto: los chicos, pertenecientes a una academia de baile de una galaxia próxima y cuyo principal objetivo era recaudar fondos para financiar su participación en campeonatos nacionales e internacionales, lo hicieron bien. También he de reconocer el buen hacer de la presentadora del espectáculo, también bailarina y miembro de la academia, que consiguió meterse en el bolsillo a un centenar de adultos poco colaborativos y excépticos, que acabaron integrándose en un espectáculo bastante ameno. Hasta aquí bien, pero heme aquí sentado en primera fila con un alienígena de 3 años, cuya naturaleza extra-terráquea le impedía mantenerse en una misma posición durante mas de 60 segundos consecutivos y no solo eso, sino que no solo no entendía el fundamento del aplauso humano y decidía, como por otro lado es perfectamente licito ocupar sus manos en otros menesteres, sino que le molestaba profundamente que yo lo hiciera. Lo cual me mantuvo durante una hora en una lucha constante: yo intentando aplaudir y el intercalando sus manos entre las mías. Y todo esto podría haber sido anecdótico si no fuera porque mi otro adorado alienígena (este de 5 años), que por otro lado tampoco se caracterizaba por ser extremadamente conversador, decidiera unilateralmente, que durante aquel espectáculo era el momento adecuado para cuestionar todo lo divino y lo humano. Así que, con independencia del momento del espectáculo, a gritos cuando el ruido no permitía otro modo de comunicación y a gritos de igual modo cuando el silencio si lo permitía, mi querido alienígena se dedico cada minuto de su tiempo a cuestionar todo lo que veía, interrogarme sobre sus porqués e increparme insistentemente sobre lo que ocurriría un minuto mas tarde. Y no es solo que yo no sea adivino, sino que el tiempo que me tomaba armarme de paciencia y de argumentos, era el necesario para que el futuro cuestionado se tornase en presente, con lo que mis explicaciones, templadamente argumentadas, cobrasen, de repente, un nulo interés para él.
Y pese a que el día daba para mucho mas (ya que solo me he quedado en unas horas de la noche) mi relato debe acabar en este momento. Y no porque haya descubierto que la bañera, en un principio confortable y tras un tiempo rechazada por mi anatomía, de natural blando, sino porque he agotado los reversos de las cuartillas de dibujo de mis queridos alienígenas, único material disponible mientras la electricidad alimentaba las baterías de mi iPad. Así que, ante mi negativa a volver a lo escatológico y tener que terminar mi relato sobre papel higiénico (difícil tarea para quien lo haya intentado), pongo fin a mi relato en este ínfimo espacio de mi ultima cuartilla (en el anverso Buzz Lightyear, para estar a tono con el texto)
Buenas noches amigos. Que descanséis, aunque nunca lo haréis más que yo... Zzzzzzzzz
-- Desde Mi iPad